Lo primero que hace por la mañana es tocarse la tripa en el sentido de las agujas del reloj y, por la noche, en el sentido contrario. Veronika sigue a la letra varios rituales que van más allá del ácido fólico.
Su pareja trata de ignorar cuando obsesivamente le pregunta si nota algún cambio en su aspecto, o como a escondidas se mira de perfil culpándose por los intentos fallidos. Para Bruno sus días fértiles son una playa en calma antes de un tsunami que lo desborda todo con lágrimas e impotencia al final de cada mes.
Bruno lleva tiempo gestando miedo a que nunca suceda y miedo a que suceda otra vez. Mientras la ola avanza y si se lo cuenta a Veronika nada nacerá salvo la angustia.
Ilustración de Anna Emilia.
La esperanza es lo último que se pierde.